Maltrato infantil.
En definitiva, es toda aquella acción física, emocional o sexual, que los padres o cuidadores, de manera intencionada, ejercen en el niño y provocan en él un daño físico y/o psicológico.
Podemos detectar que el niño sufre maltrato observando alguno de estos indicadores:
Físicos: dolor corporal, golpes, moratones de diversa evolución, quemaduras o heridas en alguna zona del cuerpo, dificultades para andar o sentarse, mordeduras humanas, cortes o pinchazos, fracturas de nariz, etc.
Comportamiento: pérdida de apetito, trastornos del sueño, hiperactividad, regresión de conductas, tendencia al secretismo, agresividad, problemas escolares, llanto, resistencia a desnudarse o bañarse, aislamiento social.
Emocionales: tristeza, irritabilidad, miedo, odio, sentimientos de culpabilidad, impotencia, vergüenza, frustración, etc.
Sexual: conductas precoces o conocimientos sexuales inadecuados para su edad, rechazo de las caricias, de los besos y del contacto físico, etc.
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